COLLIGE ROSAS

Dicen que los ven. Pero lo cierto es que yo nunca los he visto.
Dicen que han oido llorar a alguno de sus hijos. Pero lo cierto es que yo no lo he oido.
Dicen que encienden las luces durante la noche. Pero lo cierto es que la única luz encendida es la que yo olvidé apagar ayer.
Dicen que mueven las cadenas de las cisternas de los baños, pero lo cierto es que los baños no tienen cadenas.
Y hoy me dicen que los vieron en el patio en mutua compañia...
Don Gutierre de Cárdenas falleció el 31 de enero de 1503 y su esposa Dña. Teresa Enríquez el 4 de marzo de 1529. Matrimonio influyente en la época, D. Gutierre, después de demostrar una inquebrantable lealtad a Isabel la Católica, fue nombrado Contador Mayor del reino -Castilla-.
Dicen las crónicas que D. Guitierre presentó a Isabel a quien sería su futuro esposo, Fernando el Católico, con unas palabras que están reflejadas en todo el edificio: "Ése, Señora, es ése", mientras lo señalaba con el dedo desde la lejanía. Parece ser que esas palabras dieron lugar al privilegio de colocar en su escudo nobiliario una "S" que decora actualmente todo su palacio en Ocaña -Toledo-, "S" de vivos colores en sus preciosos artesonados mudéjares.
El Palacio, donde tuvo ocasión de alojarse Isabel la Católica -en sus estancias superiores, según las crónicas- mientras se dilucidaba su camino al trono, es un bello edifio rescatado de la ruina en la que estuvo inmerso durante años. Con preciosos estucos de un gótico tardío y sus maravillosos artesonados, es un ejemplo espectacular de arquitectura mudéjar castellana donde destacan unas originales rejas, consideradas como uno de los mejores ejemplos de rejería de la época.
Y se empeñan en que los ven, los oyen e incluso que perciben sus movimientos. Ese mito creado ha dado lugar a que nadie quiera habitar las viviendas habilitadas en el palacio. Ni siquiera los precios de unos alquileres abusivos en el mercado han dado lugar a habitar unas viviendas semigratuitas.
Pero que conste que yo, a pesar de haber tenido la suerte de "habitar" este palacio, incluso a altas horas de la noche -a veces-, no he tenido la ocasión de contemplar la grandeza de este Matrimonio Castellano tan prestigioso que ha regresado del otro mundo. Seguro que a pesar de tantos años transcurridos, no están dispuestos a abandonar la que fuera su residencia en la Villa, y año tras años, vuelven a pasar una temporada á ésta, que antaño fuera y es su casa -bien claro lo deja el magnífico escudo familiar que se encuentra a la entrada-.
Aunque, pensándolo bien, creo que es mejor no encontrar la ocasión de tener esa visita. Dejemos a D. Gutierre y Dña. Teresa pasearse por su casa discretamente, sin molestarme, claro está!