jueves, 29 de julio de 2010

Ibiza para Thiago.


Cuenta el Divino Thiago, en su blog, que no puede ir a Ibiza. Al parecer, y dado que no ha sido nada previsor ni controlador con su Gasto -es decir, tiene su Gasto desbordado al más fiel estilo Zapateriano- ha tenido que adoptar entre sus medidas de contención las de destinar ese dinero al arreglo de sus ya desgastadas ruedas delanteras incluyendo los frenos -poniendo así control a su vida desenfrenada-. De ahí que haya promulgado un Decreto-Ley controlando sus finanzas y reduciendo al máximo sus visitas al chiringuito de su barrio donde un maromo impresionante le sirve copas afrodisíacas, motivo éste que dió origen a un enorme boquete en sus finanzas privadas. Igualmente, ha tenido que reducir drásticamente sus viajes en autobús y metro, donde se encontraba con un admirador anónimo que le desnudaba visualmente para su placer y satisfacción personal.
Otra de sus medidas ha sido el corte de huevos a su caballo preferido, para vender tan delicada piel y poder sufragar sus gastos cotidianos, así como la contención sexual que le ha generado un 1% de ahorro total del presupuesto por la no-compra de preservativos.
Cari de los "Caris". No sé hasta qué punto ese empeño tuyo de viajar a Ibiza es una decisión acertada. Te advierto que en Ibiza en estas fechas hace un calor -más bien bochornoso infierno- que impide tener Paz y tranquilidad en todos los sentidos. Además, Ibiza ya no es lo que era, Cari. Se ha convertido en una isla acogedora de adolescentes guarrotes pecosos y "de narices colorás" provenientes de la Gran Bretaña, dispuestos a arrasarlo todo por su guarreo continuado por todas las calles y entornos de la isla.
No. Ibiza ha dejado de tener glamour. Porque, pasear por sus avenidas y sus playas ya no es lo que era y todo se encuentra plagado de semimugrosos hambrientos de hamburguesas y cerveceros barrigudos ingleses que, desnudos por las calles, horrorizan a los visitantes.
Y... ¡qué decir tiene del afamado Café del mar! Un desengaño más de la vida. Porque llega un momento, que todo te desengaña, Cari... y cuando yo, paseando entre Burbujas, penetré en ese recinto -con fama de elitismo, buen gusto y belleza- me quedé horrorizado. Ya, ni el "Café del Mar" es lo que era. No. Es otro antro capitalista-cervecero más que invade sus terrazas por calles encementadas y suavizadas por el contínuo discurrir de la Mugre Unida que se ha empeñado en colonizar la isla buscando el sol que no tienen.
Cari... si quieres ir a Ibiza... lo único decente que encontrarás será Cala Salada... quizás por ahí te encuentres a la Duquesa... que tiene por ducado su patrimonio... porque ya ni los duques ni las duquesas son lo que eran.
Por eso, Thiago... que no te duelan tus restricciones. Nada te pierdes en Ibiza que no puedas encontrar en Galiza.
Y si, de paso, te ahorras contemplar el mal gusto... eso que te ganas.

domingo, 18 de julio de 2010

Alfredo



















¿Qué habrá sido de Alfredo?
Muchas veces, rememorando aquellos días, me acuerdo de Alfredo.
Era un chaval estilizado, fibroso, alto, de bellos ojos oscuros y de una inocencia infinita. A pesar de intuirse en su persona unos rasgos de abandono hippi y una personalidad bohemia que le hubiera permitido sobrevivir en ambientes mucho más agresivos, el pobre Alfredo resultó ser un ser inocente en aquel colegio elitista para todos nosotros y quizás un poco ordinario para nuestro Alfredo.
Con la mirada perdida, una sonrisa eterna, una inocencia franciscana, Alfredo llegó con sus carísimas maletas de fina piel rojiza al Centro que se encargaría de su formación y al cual fue desterrado por su familia. Al parecer, los infinitos contactos de sus padres, dieron con el lugar perfecto donde ingresar al hijo díscolo cuyos intentos de educar en los mejores colegios de Europa y Suiza habían sido vanos. Nada podía hacerse con Alfredo. Sus padres lo habían intentado todo. Y por medio de esos contactos, encontraron desde Centro Europa el lugar más remoto en la Castilla profunda donde poder aislar a su hijo, a modo de terapia, de todo aquello que le había rodeado y que tanto le había perjudicado. De nada habían servido esos colegios elitistas alemanes, franceses, ingleses o suizos. Y todo estaba decidido: sus padres estaban dispuestos a jugar la última carta. Si con ésta no conseguían el resultado pretendido, quién sabe si abandonarían al hijo en las manos de su propio destino.
No fué fácil convencer al rectorado del Colegio: Alfredo carecía de todas las cualidades exigibles para ingresar en el internado. Pero gracias a sus influencias y gracias a una visión caritativa del Rector -si se conseguía el reto, sería uno más en la larga lista del colegio-, Alfredo fue admitido en la institución.
Recuerdo sus primeros días. Era un tipo bastante guapo y atractivo. Aderezado con las mejores ropas de marca, muchas de ellas desconocidas por nosotros -meros lugareños de pueblo-. Recuerdo sus miradas perdidas que al grupo que le acogimos como amigo nos hacía pensar que algo raro pasaba con Alfredo. Efectivamente, el chaval venía de un mundo existencialista donde las drogas era lo más común. Y desembarbaca a un mundo realista donde la Ley era "Ordinatio rationis ad bonum comunem ab eo qui curam habet comunitatis promulgata"... O sea, la Aeterna Lex de "Te aclimatas, emigras o mueres". Y si mueres, mueres después de llevarte unas cuantas hostias por delante... Que ya lo decía el poeta: "morir, sólo es morir; morir no es nada".
Nadie sabe lo mal que pudo pasarlo el chaval hasta medio adaptarse a un mundo así. Todo era nuevo para él. Recuerdo el primer día en la Capilla: el pobre Alfredo no conocía ni la mera idea de dios y mucho menos la existencia de liturgias como la misa, las meditaciones, las homilías... Y he aquí que el primer día, al enfrentarse a La misa diaría, el pobre Alfredo desconocía aquello y no sabía -logícamente- lo que había que responder ni cuándo ni como había que levantarse o sentarse... y ahí estábamos todos, descojonándonos con el nuevo que no sabía ni rezar un padrenuestro.
Y claro! Eso no podía permitirse. Y al pobre Alfredo había que dispensarle los oportunos Sacramentos. Y he ahí que el muchacho tuvo que enfrentarse a Catequesis varias para enseñarle las esencias básicas del Cristianismo y del Catolicismo... y así fue como tuvo acceso a unos Sacramentos que lo igualaban al resto de colegiales: Bautismo, Comunión y más tarde hasta Confirmación.
¿Qué habrá sido de Alfredo?
He de reconocer que, a pesar de todo, en mis conversaciones con él, siempre tuve claro que todo aquello sería vano. Alfredo seguía inmerso en el mundo de las drogas e incluso alguna vez me invitaba a probar el LSD que compraba cuando salíamos de vacaciones o puentes dado que, como su familia no venía a recogerle, se veía obligado a marcharse a un hotel a ciudades vecinas donde -toda vez que no tenía problemas monetarios- adquiría todo tipo de sustancias prohibidas.
Yo siempre me negué a probar siquiera los porros que se fumaba. Violar la Aeterna Lex era muy peligroso... y además yo nunca tuve ningún tipo de interés en aquellas sustancias. Me parecía ridículo ver al pobre Alfredo con esas estúpidas sonrisas contemplando infinitos colores, como para ponerme yo en semejante situación. No. Y no hubo forma de disuadirlo de todo aquello. Después de dos años, como apareció, desapareció. Al tercer año, sus padres no lo llevaron al Colegio. Supongo que descubrirían que aquello había sido inútil. No sé qué pasaría con aquel guapísimo chaval de mirada perdida. No sé si habría una carta más que jugar en la baraja de aquellos desesperados padres.