lunes, 29 de septiembre de 2008

COMUNISMO

D. Miguel era un sabio en filosofía escolástica. Acudir a una de sus clases era como asistir a un orgasmo celestial cuando nos explicaba y ensalzaba las virtudes de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino. Yo siempre tuve a Santo Tomás por un gordo infecto, que además de plagiar la filosofía de Aristóteles -el Gran Aristóteles- nos contaminó la Teología de una forma impresionante para siempre. Desde Santo Tomás, todo en Teología se explicaba desde su óptica y la Divina Providencia no tenía otra solución que acudir a los términos Tomistas para poder manifestarse. No me ocurrió lo mismo con San Agustín, al que siempre tuve un gran afecto personal, ya que después de toda una vida de excesos, vicios y corrupciones -sexuales incluidas (¡quién hubiera podido participar en una Orgía con él, que debió de ser guapísimo!)- parece que descubrió el cristianismo como solución a su hastío personal tras una vida de excesos fruto de la cual tuvo un hijo al que llamó -¡el muy capullo!- Adeodato -O sea, "dado por Dios"-. Y entonces fué cuando decidió interpretarlo todo desde una óptica Platónica que más tarde desmontaría Santo Tomás y sus infinitas grasas.
Pues bien, D. Miguel disfrutaba con estos dos personajes y nos hacía disfrutar a sus discípulos explicándonos desde los presocráticos hasta los malditos filósofos del siglo XX a los cuales D. Miguel odiaba por no ser Tomistas y porque dios no hablaba por sus bocas... Según él, la filosofía se terminaba con Dercartes -otro de mis amores- y con Kant, cuyas categorías nos explicaba con ardua dificultad por su alejamiento de la época clásica. Era entonces cuando empezaba toda una serie de elementos de los cuales la humanidad bien podría haber prescindido, hasta llegar a Hegel y su idealismo de "Tesis, antítesis y síntesis" que malamente nos argumentaba y que decía él, nos trajo los males del Comunismo y con él el Opio del Pueblo, el odio a la religión y el inicio de un idealismo económico que como bien pudo comprobarse, se desmoronó por su propio peso.
A mí me encantaba ver sufrir a D. Miguel aquellos programas del Ministerio de Educación en cuanto a filosofía se trataba, porque ya en el tercer trimestre y teniendo que explicar semejantes esperpentos -según él-, le caía una gota fría y deambulaba por los pasillos del internado llamándonos a todos "Genízaros" entre el nerviosismo de tener que enfrentarse con Marx y todos su Opios. Y claro, Marx quería que todos fuéramos comunistas, lo cual a esas edades era más que atrayente y suponía todo un "modus vivendi" que también yo estaba por la labor de imitar.
"Zoqueta" -que así le apodan en el pueblo- tuvo una infancia de pan y cebolla. Mientras que D. Miguel estudiaba y se formaba en la Universidad de Salamanca, Zoqueta las pasaba canutas en los campos de la localidad. Mientras que D. Miguel se formaba en el más ilustre de los Tomismos y aprendía a repudiar -incluso odiar- a Marx y sus secuaces, Zoqueta se cagaba en todos los terratenientes del pueblo que entre maltratos y malos modos le mal-pagaban por trabajar sus campos. Y mientras que D. Miguel ansiaba la llegada del Cristo redentor que exterminara a todos los comunistas de la faz de la tierra -día final-, "Zoqueta" ansiaba también la llegada de otro Cristo, "el anti", que de una vez por todas depurara la tierra de los malditos malnacidos capitalistas que devoraban al pueblo sufriente.
D. Miguel fue y vino de Roma. A Zoqueta no le quedó más remedio que emigrar a Francia para aliviar el hambre propio y familiar.
D. Miguel descubría en Roma las maravillas del mundo clásico que luego versionarían San Agustín y Santo Tomás y Zoqueta descubría en Francia que "ne compre pa" no quería decir "¿no me compras pan?" sino, "¿no entiende?".
D. Miguel vino de Roma con el intelecto lleno y Zoqueta vino pero con su estómago colmado.
Mientras que D. Miguel aprendía a odiar a Marx, también Zoqueta -aún el progresismo de aquellos años cercanos al 1968-, descubría que Marx no tenía mucho sentido, y que lo único que en este mundo solucionaba su papeleta era el dinero contante y sonante.
Mientras que D. Miguel nos quería hacer ver la decadencia de un comunismo tan idealista como irreal, Zoqueta lo dejaba bien claro delimitando todas sus propiedades adquiridas con ese dinerito contante y sonante.
Sí... no había otra cosa más impresionante y demoledora contra esas fantásticas teorías de la propiedad social, del comunismo igualitario y de la dimensión social del derecho de propiedad que ver las fincas de "Zoqueta": con colchones viejos había delimitado toda su propiedad -Privada y muy Privada- y así siguen hoy en día. Incluso, a pesar de desconocer la escritura, interpretó los símbolos que querían decir que esas tierras eran suyas y muy suyas, y con color blanco, en las puertas de su propiedad, estampaba: "Finca Pribada" -con b y con b privada-.
Para mí, más que D. Miguel, Zoqueta fue todo un Catedrático que me desestructuró todo el idealismo que sobre Marx me había construido. Ni siquiera una de las tremendistas clases de D. Miguel me hubieran producido tanta impresión como las fincas acolchonadas y "PRIBADAS" de mi muy buen amigo "Zoqueta".

Desde entonces, descubrí que el Comunismo era imposible.

viernes, 19 de septiembre de 2008

ETERNO

Hoy, paseando por las calles de mi localidad, me he encontrado con esta impresionante estela.

Hablaba Unamuno del "Ansia de inmortalidad" en su lucha filosófica y vital entre fe y razón. Y, en ese momento de agonía que supone toda reflexión sobre la propia muerte, llegaba su razón a gritar: "¡Es que me muero! ¡Es que me roban el Ser! ¡Es que me roban mi Propio Yo!".

En muchos -infinidad- de tratados filosóficos se ha reflexionado hasta el infinito sobre el Ansia de Inmortalidad del Ser Humano. Según ellos, tenemos un Ansia de Inmortalidad tan grande que, en el fondo de nuestro ser, todo lo que hacemos, vivimos, disfrutamos, lo hacemos empujados por ese Ansia.

Dicen los grandes filósofos que todos los sentimientos de nuestra vida están empujados por ese Deseo de ser Inmortales. Que nos levantamos cada mañana con ese "chip" colocado, porque, sin esa Gran Categoría instalada en nuestra esencia no podríamos seguir viviendo. La inmortalidad -El Ansia de la misma- nos empujan a vivir nuestro día cotidiano, a Amar, a reprodurcirnos -dejar nuestra semilla e impronta en este mundo- e incluso a esperar algo más después de la Muerte. Es esa misma impronta -¿la huella de Dios?- la que nos impulsa al más allá. La que nos tiende un puente a lo desconocido, la que nos busca la esperanza en la desesperanza y la fe desde la razón.

Hoy, paseando por las calles de mi localidad, he leido en esa estupenda estela tallada con un escudo familiar: "AQUI ESPERA EL MAESTRE DE CAMPO PEDRO DE AYALA EL DIA DEL JUYZIO. 1530".

Desde entonces -1530- Pedro de Ayala (Maestre de Campo de la familia de los Cárdenas, según parece por el escudo allí tallado) está esperando en ese lugar -enterrado en algún hueco de aquellos muros- a que se colmen las ansias que un día tuvo. Quizás son nuestras mismas ansias, el deseo de inmortalidad que todos llevamos dentro. Pero lo que me llama poderosamente la atención es la voluntad de nuestro Maestre de Campo: Dejar patente, tallado para la eternidad, su paso por este mundo en aquellos muros, a fin de que todo el mundo sepa que hubo un Maestre Pedro de Ayala que pasó por esta vida y que está esperando, entre los mortales, el día en que su inmortalidad se manifieste. No quiso el Maestre que la humanidad olvidara su presencia; y con ese ansia de inmortalidad, de dejar presente su impronta, dejó también ahí estampado su deseo de la Inmortalidad Plena que, según su persona, obtendrá algún día... el día del Juicio.

Nunca dejarán de soprenderme estas piedras que me voy encontrando: Tan inmortales como nuestros propios deseos; tan infinitas como nuestras propias Ansias.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

INITIUM SAPIENTIAE, TIMOR DOMINI

Siempre me he preguntado si esas palabras pudieran ser el lema de mi vida. Nunca lo he tenido muy claro. Pero, quizás, haciendo una interpretación extensiva, pueda ser un buen slogan.
En la portada de aquel Colegio Tridentino figuraba, tallado en buena piedra caliza, esas misteriosas palabras. Llevan allí tres siglos estampadas. Y han resistido el paso de los años a pesar de las vicisitudes de tan intelectual edificio. Ni siquiera los avatares de una tremenda Guerra Civil que, también en este caso, transformó el edificio en Checa y cárcel, desmembraron los sillares de aquella bonita fachada, y hoy mismo, una vez recobrada la esencia estudiantil del monumento, los alumnos ingresan en aquella vida por una barroca puerta con esa inquietante inscripción.

"Initium Sapientiae, Timor Domini", dice el texto. El Inicio de toda Sabiduria es el temor a Dios.

Y todo el que entra en el edificio lee esas impresionantes palabras como una advertencia absoluta. Porque esas palabras no son accesorias a una monumental fachada barroca tallada con todo tipo de elementos decorativos y escudos cardenalíceos. No. Toda esa fachada está planteada arquitectónicamente para enmarcar esas inmensas palabras que además de enormes, constan talladas en clarísima letra mayúscula, para que todo mortal sea consciente de las mismas.

Es lo primero que lees cuando entras en el Colegio-Seminario y en algún caso, Universidad.

No sé si con el Temor a Dios empieza todo tipo de Sabiduría, pero hoy, cuando me han dicho que un conocido ha salvado la vida milagrosamente en un accidente de tráfico, he llegado a pensar que efectivamente el Temor, la Prudencia y la Paciencia es, sin lugar a dudas, el inicio del camino para ser sabio en esta vida.

Sí, mi conocido no ha tenido nunca Temor ni Prudencia a la hora de conducir. Y nunca adquirió la Sabiduría de hacerlo con paciencia. Como resultado, sólo la suerte o ese dios al que no ha llegado a temer, le ha salvado la vida. No por su Sabiduría, nula hasta el momento, ni por el temor, sino por una Tremenda suerte, ha salvado su existencia.

Definitivamente, hoy estoy convencido con ese tremendo Slogan que planeó sobre mis días juveniles en aquellos años: INITIUM SAPIENTIAE, TIMOR DOMINI.

lunes, 15 de septiembre de 2008

BASURA

Mil euros en un pueblo es el mismo dinero que en una ciudad. O más bien, puede llegar a serlo. En realidad, mil euros son los mismos euros en todos los lugares. Pero, en un pueblo como el mío, mil euros pueden solucionarte muy bien la vida. Sobre todo cuando de trabajar se trata durante cuatro horas, tres días a la semana.
Dicen que tenemos una crisis galopante: se oyen quiebras bancarias, caídas estrepitosas de las bolsas mundiales, aumentos y repuntes espectaculares del paro, caídas del consumo familiar y quiebras de empresas inmobiliarias. Eso, por no hablar, de los impagados en el sector inmobiliario cuyas hipotecas se están ejecutando sin que exista el mínimo interés por parte de ningún subastero.
Pero, yo, que uso como parámetro los contenedores de basura de mi calle, no veo crisis por ninguno de sus flancos. Este fin de semana, sin ir más lejos, los contenedores de mi barrio estaban repletos de todo tipo de elegantes bolsas a propósito compradas para su adorno -porque yo, he de reconocerlo, tiro la basura en las bolsas del Carrefour-. No es que yo tenga diagnosticado un síndrome de Diógenes y vaya por ahí removiendo las basuras, sino que simplemente, con su mera observación, tiendo a evaluar el alcance de esta posible crisis.
Y... este fin de semana, he tenido ocasión de ver que la basura de mis contenedores más cercanos es realmente elegante. Está muy bien vestida y alimentada. Bolsas elegantemente repletas de todo tipo de enseres, botes y botellas de alta calidad y marcas de alto estanding.
De ahí que "La Gregoria" -ésta sí diagnosticada médicamente en la referida enfermedad- esté tan contenta. Por eso y porque el Alcalde de mi pueblo no encuentra a nadie que por 1000 euros retire esas basuras en los días y horas antes mencionados. Y ahí encontramos a "La Gregoria" removiendo "como loca" los abultados contenedores donde encuentra todo tipo de tesoros:
-¡Gregoria! ¡Ya estás de nuevo removiendo el contenedor!. Pero, ¿qué te piensas que vas a encontrar en ellos?.
-"¡Pos, mira!. Hoy he encontrao este cuchillo jamonero bien güeno. ¿Qué tas pensao tú? ¡En los continidores éstos hay muchas cosas que tira la gente que están mu bien!... ¡Pos no tengo yo cosas güenas de estos continidores!... ¡Es que la gente está mu sobrá!

Y ahí sigue "La Gregoria" con su Síndrome recogiendo los verdaderos tesoros de esta crisis. Y es que, "La Gregoria", cual colección de Altaya, del ABC o de los suplementos de El País, ha recopilado vajillas enteras de los contenedores de mi pueblo. ¿Para qué suscribirse a ninguno de estos periódicos? -dice ella- ¡si en los contenedores se encuentra de tó!.

Y, visto el estado de la situación, a "La Gregoria" se le auguran unos días muy felices. Mi alcalde y eso que es del Partido de los Trabajadores -o, al menos, eso dice él que tiene enchufada a media familia en la política provincial e incluso de la Comunidad Autónoma-, sigue sin encontrar trabajadores para recoger los tesoros de "La Gregoria".

-Pos dicen que no encuentran a nadie pa recoger la basura -decía ayer una vecina.
-Pos, ¡hostia!, anda que no les pagan. Mil euros que ya los quisiera yo pa mí -decía la otra.
-¡Mía tú... y mi chico en el paro! -decía "La Bonifacia".
-¡Coño, decía "La Maruja", pos que llamen a tu chico pa coger la basura!.
-¡Tú estás loca, Maruja! ¡Pos cómo vas a comprender tú que mi chico va a venir a coger la basura con lo mal que huele! ¡Tú estás loca!... ¡Mi chico no está hecho pa coger la basura! ¡Pos no le darían a mi chico arcás! ¡Mi chico no vale pa tó ésto!
-¡Ah!, pues nada, Bonifacia... Que siga tu chico en el paro... ¡qué le vamos a hacer!

Mientras tanto, "La Gregoria" sigue tan feliz y tan contenta con su basura. Que es su estado ideal... ¡Qué se llene todo el pueblo de basura! ¡Ella sería eternamente feliz! Así, el común de los mortales que la producimos a toneladas y que nos negamos a recogerla por mil euros, podemos seguir cobrando los subsidios del Paro.

Definitivamente, este mundo está loco, muy muy loco.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

HIPOCRITAS


Cuando he acudido, en ocasiones, a ceremonias religiosas, he de reconocer que he tenido muchas tentaciones. No me refiero a las tentaciones eróticas que me suscita ver al San Cristóbal de mi pueblo con esas vestiduras tan livianas enseñando sus tiernas piernas bien empaquetadas y sus brazos musculados y bien fibrosos; tampoco a las tentaciones carnales cuando veo al Precioso San Juan que preside las procesiones de semana santa y cuya túnica he alzado en alguna ocasión por encontrarse tallado desnudo -malditas beatas, que lo han forrado con unas vestimentas horribles!- , ni mucho menos a las tentaciones pornográficas cuando admiro a San Sebastián, en pelotas, disfrutando con sus flechas mientras me guiña el ojo.

Me refiero a las tentaciones de combatir el discurso tan zalamero del cura que siempre me cae en desgracia tener que soportar.

Últimamente he perdido la paciencia. Y tengo que agarrarme al banco para controlar mis intenciones. Y es que, de muy buena gana y en muchas ocasiones, me alzaría y diría lo que un feligrés dijo a cierto cura que pasó por la parroquia: ¡Mentira! ¡Todo mentira!; frase que el feligrés -cuya cabeza parece ser no estaba muy bien entonada en otros asuntos- repetía hasta que se terminaba la homilía.

He leído hoy las manifestaciones del Obispo de San Sebastian, el tal Uriarte. "Sólo por medio del diálogo se encuentra la verdad"... eso decía este ínclito Obispo Vasco.

Diálogo, dice el Sr. Obispo. Y me ha parecido, además de zalamero y ambiguo, un gran hipócrita. Y he de reconocer que, de haberme encontrado en esa homilía, le hubiera cortado literalmente la cabeza. Como le hubiera cortado la cabeza al cura/curato que advertía a cierta alcaldesa de que en la Iglesia no debería haber armas -ya veríamos si el amenazado fuera el Sr. Cura... ¡hasta el mismo Sagrario llevaría siete fusiles!-

Sr. Uriarte: el diálogo a que hace usted referencia es el diálogo que supuestamente han de tener los políticos Vascos para encontrar la verdad, que en este caso es el reconocimiento de la nación vasca y por tanto, del estado vasco.

Sr. Uriarte: ¿cómo se puede ser tan hipócrita? ¿Desde cuándo la Iglesia a la que usted representa está dispuesta a dialogar en otros asuntos para descubrir también las verdades? ¿está usted dispuesto también a dialogar para el reconocimiento de la legitimidad de los métodos anticonceptivos, la dignidad de la mujer, el derecho de los homosexuales... e infinitas verdades más?

¿Cómo se puede ser tan hipócrita, Sr. Uriarte?. ¿Nos pretende hacer usted ver que la Iglesia y sobre todo su jerarquía ha estado dispuesta siempre a utilizar el diálogo como metodología para el establecimientos de la Verdad? ¿O, no es más cierto, que la Verdad que usted predica se establece sin ningún tipo de diálogo?

¡Cuánta mierda tiene ésta, nuestra iglesia, en sus ministros!... el Sr. Uriarte pide diálogo: diálogo con el asesino, pero no diálogo con el asesinado. Diálogo político, pero no diálogo humano. ¡Qué fácil es el diálogo para el Sr. Uriarte cuando con el Báculo de su otra mano está amenazando y condenando a media humanidad!

Se olvida el Sr. Uriarte que gran parte de culpa en el problema supuestamente vasco radica en la Iglesia a la dice representar, que siempre ha estado dispuesta a hacer la vista gorda con los matones etarras que ahora piden dialogar. Y es que, para el Sr. Uriarte, es muy progre pedir diálogo político, pero nada más. Otro tipo de diálogos no interesan al Sr. Uriarte: para eso, ya está el Magisterio de la Iglesia que condena a todo bicho viviente entre anatemas varios.
¡Qué plumero tan plumero tiene usted, D. Uriarte! ¡Y qué desvergüenza tan desvergonzada!. Más le valdría que se dedicara a "cuidar" espiritualmente a sus fieles en vez de hacer la cama al Sr. Ibarreche.
No, Sr. Uriarte. Yo no quiero ese tipo de diálogos. Al menos, no es el diálogo que yo buscaría de acercarme a la instituación que representa. Cuán alejado tiene usted el camino del evangelio que dice predicar, cuando a la vista de una moneda, se precisaron las vías de dios y las vías del César.
Deje, Sr. Uriarte, el diálogo político, y céntrese en lo que se ha de centrar.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Memoria

El Juez Garzón quiere hacer un listado de los represaliados por el franquismo.
El tema está de moda. Después de casi 70 años, las fosas comunes del franquismo están siendo desenterradas y, por fin, se está dando digno entierro e inhumación a las personas que en ellas reposan.
Cuando llegué asustado a aquel internado, entre el aturdimiento de los primeros días, la añoranza de mi familia y una experimentada soledad, tuve ocasión de observar rastros raros en los muros del edificio. Surgió mi curiosidad en aquellos momentos de silencio y meditación durante las estancias en la capilla. Precioso recinto plateresco, las nervaduras de la bóveda descansaban sobre unos impresionantes pilares adornados con todo tipo de grutescos: rostros retorcidos, flores, plantas, monstruos mitológicos, manos nacientes de elementos geométricos... un laberinto de fantasía del siglo XVI en el que, a la altura de mi visión, aparecían extrañas inscripciones labradas más recientemente en los sillares de piedra caliza blanda accesibles a las manos de cualquier escribiente. Eran signos, letras, nombres, palotes -¿días quizás?-, rastros de años recientes que me sustraían de las ceremonias religiosas haciéndome reflexionar sobre su origen.

El Monasterio fue ocupado durante la Guerra Civil por el bando republicano. Asesinados gran parte de los frailes Agustinos que vivían, rezaban y laboraban en aquellas estancias, sus cuerpos habían sito enterrados en unas fosas comunes al lado de la muralla. El único delito de unos sencillos frailes fué ése precisamente: ser frailes.

Más tarde, el Monasterio había pasado a convertirse -tras su despojo y devastación- en Hospital de Sangre durante la misma Guerra. Todas las estancias fueron ocupadas por camas sufrientes donde soldados heridos fallecían a diario entre la Catástrofe de una guerra.

Llegó el final de la contienda, y el bando vencedor transformó aquel hospital abandonado en Cárcel de Guerra durante años, hasta la devolución del edificio a sus antiguos propietarios. La revancha no se hizo esperar y los maltratos de una cárcel franquista dieron como resultado muchos cadávares que fueron de nuevo sepultados en nuevas fosas entre las antiguas fosas. Huesos entre huesos, muertos entre muertos, vidas entre vidas... todo revuelto.

Y ahí quedaban esos símbolos de las antiguas presencias: heridos escribiendo sus últimas palabras en los muros aferrándose a la vida que se les escapaba y queriendo dejar un rastro de su presencia; presos contando sus días entre calendarios de palotes que quedaron labrados en los muros... Palabras, gestos, dolor, añoranza, pena, sufrimiento: éso eran esos restos escritos.

Todos sabíamos que ahí estaban enterrados esos huesos. Y tengo que decir que, tras 60 años de olvido, en aquellas paredes nunca se olvidó su presencia. Sabíamos que vivíamos, estudiábamos y pásabamos nuestra adolescencia entre muertos. Muertos sagrados. Porque siempre se nos inculcó que eran sagrados. Que estaban en unas fosas tirados y enterrados, pero que eran Sagrados. El sitio era Sagrado y todos así lo respetábamos.

Nadie, ninguna autoridad, se acordó de aquellos muertos sagrados en 60 años. Sólo un cura ya fallecido, plantó en el recinto unos cipreses que anunciaban su presencia. Los cipreses también creen en dios, me decía. Sólo un cura sencillo se dedicó durante aquellos años a retirar las feas hierbas que sobre aquellas tumbas nacían; nadie más lo hacía. Porque lo que esas fosas contenían era más que unos olvidados huesos. Era la dignidad de gente perdida y olvidada, de gente, sacrificada.

Hoy, en una de las primeras campañas, esos huesos han sido finalmente exhumados y recuperados para darles la dignidad que siempre tuvieron. Queda el recuerdo de un sencillo cura que durante años dignificó esos restos. Paz Eterna.

lunes, 1 de septiembre de 2008

BIBIANA

A pesar de todo, tengo que reconocer que quiero mucho a mi vecina Lilidra.
Será por su espontaneidad, por su simpatía conmigo, por su ingenuidad, por su inocencia, por su sinceridad, pero le tengo mucha querencia.
Lilidra roza los setenta años. Hija de padres labradores, de aquellos labradores que lo pasaron realmente mal por la época histórica en que les tocó vivir, Lilidra toreó la posguerra entre pan de centeno y gachas con un poco de aceite a cuchara limpia. Hasta que descubrió Madrid, sirviendo a los Señoritos como ella me cuenta siempre. Y hasta que Madrid la devolvió al pueblo con un paquete a cuestas que tuvo que alimentar a trancas y barrancas haciéndole hueco en el perol familiar que malamente permitía amamantar a una nueva boca. El Padre de la criatura no quiso hacerse cargo de su hijo, y la Capital no ofrecía futuro para una Madre soltera por lo que tuvieron que ir a buscarla desde el pueblo para devolverla a sus orígenes. Se le acabó, de repente, su sueño y como una lechera despechada, no tuvo otro camino que volver al barrio con su cántaro roto. Fue entonces cuando empezó una larga lucha para sacar adelante en un ambiente hostil de posguerra a su criatura entre las habladurías de las malas beatas.
Hoy roza los setenta y a pesar de su dura vida, Lilidra obedece a los cánones clasicistas de una sociedad rígida, nada innovadora y muy puritana. Eso, a pesar de romper, en su día, todos esos mismos cánones. Y a pesar de ser votante acérrima de la izquierda-dice que ése de las Barbas no le gusta un pelo- Lilidra no puede sustraerse a las ideas tan retrógradas que tanto daño le han hecho.

-“Pos has de saber que se ha hecho Bibiana.”-me ha dicho en mi última visita.
-¿Bibiana? ¿cómo que se ha hecho Bibiana?
-¡Ay copón! ¡Bibiana! ¡Que se ha hecho Bibiana!. Que ha dejao a su marido y se ha hecho Bibiana. ¡A saber! ¡Como digo yo! ¿Qué sacará haciéndose Bibiana? ¿Pos qué gusto da éso?
-No te entiendo, Lilidra. ¿Me quieres decir que Conchi se ha hecho Bibiana? ¿Qué es eso de Bibiana? –le he preguntado yo.
-¡Paices gilipollas! ¡Desde que te ha ido del pueblo, paice que estás agilipollao! Como no espabiles, no te echas novia en la vida! ¡ya se lo digo yo a tu madre! ¡Tu chico toa la vida estudiando por ahí! ¡Pero, copón, qué poco espabilao está pa echase novia!.
Vamos a ver. Que se ha hecho Bibiana… Y ha dejao a su marido y se ha ido con otra. Y na más. ¡Bibiana de ésas!
-¿Me quieres decir que La Conchi se ha hecho Lesbiana? ¡Joer, Lilidra! ¡Menudas palabras te inventas! ¡Se dice Lesbiana, no Bibiana! Es que, así no hay quien se entere contigo.
-Pos sí! Bibiana de ésas que dices tú. La muy guarrona ha dejao al marido y se ha hecho Bibiana de ésas. Es que tú como hablas tan fino… pero ya tas enterao. Se ha hecho Bibiana, la mu gorrina. Como digo yo: ¿qué sacarán con to eso? ¿cómo se las apañarán las dos? Pos igual que dos tíos… ¡ya me dirás cómo se las arreglan! ¡Eso no debe dar gusto de ná!. Menudas gorrinas… Lo que yo digo, ¡que venga dios y lo vea! ¡dejar a su marido de toa la vida pa irse con otra! ¡lo que hay que ver!
-Pero Lilidra, los Gays y las Lesbianas disfrutan del sexo como todo el mundo. Es lo mismo. ¿Qué más da? Si te gusta una mujer es lo mismo que si te gusta un hombre. El caso es estar enamorado y querer a esa persona.
-Na! ¡tontás na más! Sólo me faltaba que me dijeras tú eso! ¡Paice mentira que toa la vida estudiando con curas y ahora vengas a decirme a mí esas marranás! ¡Más vale que en vez de estar pensando toas esas tontás, te echaras novia como dios manda! ¡que te vas a quedar pa vestir santos!¡Y sólo en esta vida se está mu mal! ¡te lo digo yo! ¡que sóla en esta vida se vive mu mal, mal, mal!... Así es que, no me cuentes toas esas marranás que to eso de Bibianas y maricones está mu feo. Por mucho que lo digas tú que has estudiao con curas y sabes de to las cosas.

Y es entonces cuando me río, la miro y pienso que hay ideas que son imposibles de cambiar. Definitivamente, salir del armario en un pueblo, además de ser duro, es una tarea casi peligrosa.