Dicen que el Barroco fue la reacción natural de una sociedad y de una Iglesia Oficial ante la Reforma Protestante que se extendía por toda europa. Artísticamente, el resultado de tal reacción dió lugar a formas recargadas que adornaron edificios religiosos y civiles y en los que se exaltaba la única fe verdadera.
Por otro lado, mientras que el Renacimiento supuso una exaltación de lo humano con todo su optimismo, el Barroco se configuró literariamente como una decadencia pesimista que invadía a la persona y de la que dan muestra muchísimos textos de nuestros mejores escritores de la época.
En Galicia, el Barroco determinó -dentro del estilo- sus propias formas, muchas de ellas amoldadas a las condiciones del lugar y a los materiales empleados. Es curioso ver, por ello, espléndidos retablos tallados en maderas durísimas -generalmente castaño- que acogen formas y cardinas doradas con el mejor oro fino.
Pero ha sido una sorpresa para mí, encontrar, dentro de esas formas gallegas austeras y generalmente exaltadoras de la fe y sus manifestaciones, estas imágenes tan refrescantes de mundanos pipiolos desnudos mostrando sus grandezas.
Es curioso que en pleno Siglo XVII y en zonas rurales gallegas, la moralidad permitiera la exhibición normalizada de estos personajes sensuales desnudos que aunque expresan formas delicadas e incluso simpáticas, exhiben con naturalidad la belleza del ser humano en toda su expresión barroca.
Cuando los vi por primera vez, me recordaban a las revistas actuales donde el cuerpo masculino se exhibe con toda la naturalidad en fotografías eróticas. Pasar las manos y retirar las suciedades por esos muslos fue toda una lección de sensualidad y erotismo para mí en aquellas jornadas. Los autores adornaron con ellas a la divinidad con tanta normalidad que el cuerpo humano fue para ellos expresión de una belleza intensísima... el mejor adorno para la divinidad que protegían. A fin de cuentas, la belleza del cuerpo dimanaba de la fuerza creadora de sus manos.
No me extraña que Thiago y Pimpfito -nuestros gallegos por excelencia- nos hayan resultado tan tremendamente eróticos...