martes, 20 de septiembre de 2011

¡Malo, malo, malo!

Hoy, al levantarme, he escuchado en la radio otra fatal noticia. Y es que, entre todas las fatales noticias que escucho todas las mañanas al levantarme, ésta me ha resultado además de tremendamente dramática, muy existencial.
Nunca he llegado a comprender las motivaciones que puede llevar a alguien al suicidio, pero el locutor anunciaba esta mañana que el índice de suicidios en Grecia había aumentado considerablemente debido a la crisis económica que tiene congelado al País. Y es que, si siempre he considerado que el factor esencial para el suicidio -teniendo en consideración que poner fin a la propia vida puede deberse a patologías enfermizas en las personas que optan por esta solución nihilista- es la falta de sentido en que su existencia puede verse inmersa, la noticia me ha llevado a la consideración de que, dado nuestro mundo materialista y consumista, la desesperación ante una situación económica nefasta, puede llevar a muchas personas a una angustia existencial tan grande que el único camino que ven en el horizonte es el de poner fin a su misma existencia.
Y es que, siempre me han desesperado racionalmente los casos de suicidios que se han cruzado por mi vida de forma accidental. Y han sido muchos y de todo tipo. Y, además de dejarme fría el alma y agrio el sentimiento, me han dejado una desesperación racional tremenda. Una desesperación ante la falta de comprensión por los hechos. Una tiritera emocional gélida e impotente. Una falta de sentido emocional y una falta de razón en mi mundo tan deseoso de explicaciones.
No es que yo sea una guadaña fría, un Angel exterminador que lleve la fatalidad a los lugares por donde paso (fuera de la anécdota del sonido de las campanas cuando voy a mi localidad), sino que por razones más bien laborales me he tenido que enfrentar con estos tristes casos, ante los cuales ni yo mismo he podido, ni sabido, ni encontrado una explicación.

Y es que en mi localidad existe una zona "oficial" para el suidio... ¡tiene cojones! ¡tiene cojones el asunto!... Hasta zona oficial para poner fin a tu existencia.
Sí. Y... dado que el lugar se encuentra en plena zona turística, no es extraño estar comiendo en uno de sus mejores restaurantes y tener la "fatal dicha "de observar por los límpidos ventanales cómo alguien se lanza al vacío por un antiguo puente. Ese ha sido el último de mis casos. Y claro... eso no es lo peor... lo peor es tener que lidiar con los familiares que, domiciliados en otra ciudad, vienen para hacerse cargo de la situación. Ya me he visto es situaciones semejantes y he tenido un complejo de idiota impresionante... porque... ¿qué puedes decir a alguien que ha perdido a un hijo con veinte años de forma tan angustiosa?.

Y... ¿qué se puede decir cuando el fallecido suicida es una persona joven al que nadie ha encontrado en situación desesperada?. Porque, he conocido -entre estas nefastas situaciones- la de un joven que sale de fiesta con sus amigos con normalidad, como un fin de semana más. Y que, de vuelta a casa y tras despedirse de forma afectivamente correcta de todos sus amigos, se cuelga en una nave familiar después de escribir fríamente una carta despidiéndose de su familia, de sus amigos, de su gente, exhortándoles a que no se sientan culpables porque ninguna queja tiene de nada ni de nadie. Imaginaos mi careto cuando tuve la carta entre mis manos... ¿Se puede encontrar una situación tan congeladora en la vida?

Y... ¿qué se puede decir cuando es un anciano indefenso el que pone fin a su vida tomando un botiquín entero después de colocar perfectamente su casa, su ropa, sus enseres? No olvidaré nunca la postura de las redondeadas gafitas sobre la mesita de noche en el lecho suicida. ¿Se puede programar tan friamente el propio suicidio para que los que vengan a casa lo vean todo en su lugar?...

Pero... entre los suicidios, también los hay más escalofriantes y heladores. Me refiero a la de aquella persona que escenificó su suicidio como si fuera una tragedia griega. Y no dudó en montar un retablo con el cuadro del Cristo de Velázquez, escribir una despedida en una barra pseudometálica entre oraciones y colgarse mirando al Cristo. No puedo encontrar algo más dramático.

Y... recordando todo ésto, he escuchado la noticia radiofónica. Realmente, cuando uno ve estas cosas, se da cuenta de lo afortunada que es la vida con uno. Ya... ya sé que todo esto es macabro... pero estas situaciones se dan en la vida. Tristemente. Nunca he llegado a comprender las motivaciones pues el don de la vida es lo más supremo que puede tener el ser humano. Pero no he podido evitar considerar el nihilismo a que esta sociedad capitalizada nos está llevando: el nihilismo de ver la muerte como único camino ante una situación desesperada. ¿Dónde han quedado los valores humanitarios de las personas? ¿tan lejos está la humanidad de nosotros que ante una pasajera desesperación somos capaces de ver la muerte como único remedio por entender que no haya nadie que pueda echarnos una mano?
Realmente, cada día estoy más asombrado con esta vida que nos ha tocado vivir.

lunes, 12 de septiembre de 2011

¡Ladrillazo!


¡Nadie sabe la tranquilidad que me ha quedado en el cuerpo al enterarme que Sus Señorías son tan tontos como todos nosotros!

Y es que, esta mañana no he podido evitarlo y -aprovechando que conozco a varios diputados, muy señorías todos- me he metido a cotillear sus bienes declarados y que han sido publicados debidamente... Ya! ¡soy cotilla! Pero... con ello, disfruta mi colilla... ¡qué le vamos a hacer!.

Y... ¡joder!... He descubierto varias cosas: la primera es que Thiago, a pesar de haberse comprado un flamante A3 en el que me ha dado una vuelta por Madrid haciendo de atento Cicerone, resulta que NO es diputado -es un poco putilla, pero nada diputa-, y la segunda y más transcendente para mí es que Sus Señorías Putados resulta que todos están HIPOTECADOS... ¡y qué hipotecas!... ¡Eso son hipotecas y no las nuestras!... Es que los Putados en España son Grandes hasta para hipotecarse. Y, aunque mienten como bellacos en su declaración de bienes -sin ir más lejos, no me creo yo que mis Putados conocidos tengan en el banco únicamente 15.000 euros-, lo cierto es que, son amantísimos de las Hipotecas.

Y claro... yo me descojono... porque he descubierto que algún Putado de los que me interesan hasta ha pedido un préstamo personal de 30.000 euros... jajajaj!... ¡por dios, qué cosas! Y yo que pensaba que los Putados no piden préstamos para comprarse un coche y resulta que el Putado que conozco, pide préstamos personales y todo... jajaaj! ¡tremendo!.

Pero, carcajada me ha entrado al comprobar que los Putados son tan idiotas como el resto de mortales... porque si el resto de mortales somos imbéciles creyendo que un Pisito es la mejor de las inversiones y que no hay cosa mejor que tener cuatro metros cuadrados, nuestros Putados demuestran una ingenuidad más grande que la nuestra, pues todos ellos tienen cientos de pisos y cientos de hipotecas que los gravan... ¡total! que como bien dice el dicho, nuestros Putados son el fiel reflejo de nuestra estulticia inversora y que cuando los "sabiondos" economistas se reían del pueblo por sus nefastas consideraciones inmobiliarias, también se reían -por deducción- de nuestros Putados Hipotecados, que han confiado ciegamente en el ladrillo más que nosotros... ¡Tremendo!

Pero... verdaderamente, hoy me voy a la cama más tranquilo: Sé que mis amigos Putados tienen préstamos a devolver y son tan tontos como el resto de los españoles... jajajaj!... Además de ser unos mentirosos compulsivos, ¡claro!.

Ah! Y, ¡VIVA LA VIRGEN DEL PILAR! Que ¡esto es España, coño!

viernes, 9 de septiembre de 2011

NUEVOATRACO

¡Hombre! ¡Qué sorpresa! Los Ruiz-Mateos venden Nueva Rumasa.... ¡vava, vaya!

"Back in Business" -el comprador- indica en un comunicado que toma -como si la conquista de Sagunto se tratara- Nueva Rumasa con el fin de "analizar -entiéndase por "analizar" el estudio del cierre ordenado echando a todos a la puta calle- todas las líneas de negocio y tomar las medidas necesarias con el fin último de que las sociedades entren en valor y conseguir así la mayor satisfacción de sus acreedores".

Total... que ni los acreedores van a cobrar, ni los trabajores tendrán trabajo y encima, estos señores se van con los bolsillos llenos... ¡vaya, vaya!...

Desde luego, en todas las facetas de la vida, hay gente experta en dejar tirados a los demás y marcharse con los bolsillos llenos. Y encima... se largan con un brillo de estupendos empresarios.

Estas son las Leyes Españolas... la manifestación plena de un Estado Social y Democrático de Derecho... ¡que se jodan los mugrosos trabajadores! Que para consuelo de los pobrecitos, ya hemos modificado la Constitución... ¡esa modificación tan esencial que nos preocupa a todos!...

Y... ¡arriba los mangantes! Que ellos son y serán la salvación de la Economía Nacional... y de los Paraísos Fiscales.

Así son las cosas y así seguiremos contándoselas... el que se crea lo de la Democracia, que me lleve la contraria... Si puede! jajaj!

jueves, 8 de septiembre de 2011

DE LOCOS.

-¡Es que, defintivamente soy gilipollas!... ¡soy gilipollas!.... ¡y no tengo remedio! -Iba yo pensando todo el camino mientras sonaba mi música de ABBA en el coche- ¡Soy bobo! ¡mira que meterme en estos embolaos!...

Y es que, yo entiendo que mi vocación de toda la vida ha sido la vida monacal, ser guarda forestal o dedicarme a cuidar a venerables ancianos... porque... con los ancianos tengo una mano estupenda... no es que yo quiera presumir...
Pero, esto ya es lo último. Que me manden a hacer un curso de formación a la quinta leche, que ese curso de formación sea sobre terapia de relajación en el trabajo -cosa que nada tiene que ver con mi ocupación diaria- y que encima el curso sea en un centro de loqueros o Psiquiátrico... ¡tiene huevos!... De locos, nunca mejor dicho!.

-Y encima el sitio de los cojones está en la quinta angustia... joder!... Es que... ¡en qué estaría yo pensando cuando dije que venía!... Bobo, bobo, bobo... ¡y bobo! -maldecía mientras que conducía por esa desconocida carretera buscando el famoso centro de loqueros-

Los cursos de formación tienen estas cosas. Yo nunca he sido favorable a este tipo de desmanes, pero la insistencia en mi lugar de trabajo y el cencerreo sobre las décimas para promoción y chorradas varias, me hicieron decidir aceptar la selección positiva que se me había notificado... pero ¡tiene huevos! ¡que te manden a un curso de Relajación!... Pero... si yo estoy relajado enteramente.... ¡ya ves! O es que en mi trabajo no me soportan y me ven de los nervios todos los días, o es que soy un ogro o es que ya me ven como un loco más y me mandan a los loqueros... pero... ¡tiene huevos!

El caso es que... ¡he acertado con el lugar!. Pues, ¡mira! ¡se ve bonito y todo! ¡qué jardines! ¡qué maravilla todo!... al menos, los chiflados están en un sitio ajardinado y fresco... Pero, ¡claro! vamos a ver por dónde se entra por aquí! joer!... ¿dónde está la puerta?... ufff! Supongo que esto estará controlado para que no se escapen... y que la gente no estará suelta por ahí con tanta peligrosidad... ¡no creo!... A ver si se me van a echar encima tres o cuatro locos y me dan una paliza... que aquí no te puedes fiar... ¡Ah, mira!... Ahí hay una puerta... ahora mismo me meto por ahí... El coche no creo que me lo toquen... ¡vamos! Que como les de por pinchar ruedas, ya veremos a ver cuando salga lo que me encuentro... ¡dios! ¡qué situaciones más surrealistas!... ¡yo en un centro de locos!... es que... esto es de risa. Por ahí me meto!

Al pasar, un pequeño portal lleno de humo.

-¡Joder! ¡qué leonera es ésto!... ¡qué peste a tabaco! joder!... pero, si aquí no se podrá fumar!... no entiendo nada!... ¡Ah! ahí están las escaleras... voy ahora mismo a subir a ver si veo el aula...

De repente y sentadas en la escalera, me encuentro a dos abuelitas con unos collares de bolas como puños -amarillos y rojos pasión- y fumando como leonas. Muy modernas: unos modelitos de colores desentonando son los 350 años que sumarán entre las dos y mirándome con cara de deseo....

-Uffffffff! Lo que faltaba... ahora hay aquí dos abuelas chifladas... ¡a ver cómo paso!

-¡Ayyyyyyyyyyy! ¡qué guapooooooooooooo! -me dicen, y en eso no muestran síntoma de locura, porque es evidente-... ¡qué chico más guapo!... ¡qué bonito!... ¡Uyyyyyyyyyyyy! ¡siéntate aquí con nosotras! ¡Ayyyyyyyyyy que guapo! -dicen mientras que se levantan y se lanzan a tocarme la cara y las manos! -por dios! que no toquen más abajo, que veo que miran... y es que a todo loco, le da por mirar paquetes-... ¡Ayyyyyyyyy, guapooooooooooo! me dicen mientras que me manosean hasta el culo....

-Hola Señoras... ¿me dejan pasar? ¡Llevo Prisa!

-Uyyyyyyyy, claro... pero danos el cigarro -"el cigarro", dicen... ¿no se referirán al cigarro de abajo que miran con tanta insistencia?

-No, no... no fumo. Además, fumar es muy malo... y ustedes con lo guapas que son, no tienen que fumar nada -el "nada" no lo cogen, pero me refiero a todo tipo de cigarro-

-¡Ayyyyyyyyyyyyyyyy, que hermosónnnnnnnnnnnnn! Y dice que somos guapas!... ¡ayyyyyyyyyy! ¡pues cuando termines tus asuntos, vienes un rato con nosotras, que eres mu guapo y te queremos muchooooooo! -por dios!... ¡cómo se pone la cosa! ¡ya dicen que me quieren pasado dos minutos!... uffffffffff!... largo de aquí, que me comen!

-¡Vale, Vale!... no se preocupen... luego, luego!

-Bueno... pero ¡danos un beso, guapooooooo!... -¡dios! ¡lo que me faltaba! ahora quieren un beso.

-Vale! ¡Un beso!... y me dispongo a darles un tímido beso mientras me tocan el culo, lo que no es el culo y más abajo... -¡bueno! todo sea por la patria y por el amor a la tercera edad- y se lanzan a darme una cadena de besos entre bolas de colores que me dejan mareado mientras intento despegarme de esas venerables carnes chifladas.

¡Joder!... Y así he estado todos los putos días con las viejas, que en cuanto me veían salir o entrar estaban al acecho... jajajaj!....

Por favor! ¿vosotros os creeis que hay derecho a ésto?

martes, 6 de septiembre de 2011

Melancolía.

Ir al pueblo cada vez me resulta más melancólico. No sé si es la cercanía del otoño o una de las facetas de mi "ser géminis" que me arrastra hacia el realismo mientras que la otra se muestra mucho más vital y optimista. Y es que ya estoy pensando que arrastro algún "fatum" negativo porque mi chico no hace otra cosa que recordarme dos fatalidades: la primera es que siempre que vengo al Levante, empieza a llover y cambia el tiempo impidiéndonos ir a la playa y la segunda es que cuando voy al pueblo empieza a sonar la puta campana con el típico toque de difunto. Y es que no falla.
Bien está tener que soportar la campana con su toque habitual -todavía recuerdo que me ponía de los nervios cuando estudiaba la oposición y de repente empezaba a tocar la campana anunciando, acto seguido, el disco de música religiosa que colocan en la torre y que ha generado tanta polémica entre los poco madrugadores jóvenes-, pero que la campana toque, precisamente a muerto, cuando uno acaba de llegar al pueblo... eso, me resulta ya totalmente fatídico.
Es entonces cuando me conquista una tremenda melancolía. Y es que, la vida en la ciudad es casi siempre ajena a los hechos básicos de la vida, y en la ciudad la gente se muere sin que nadie se de cuenta, sin que lo percibas, sin que te afecte en el desarrollo de tu vida ordinaria. Pero, en el pueblo todo es diferente. El hecho del morir se vive como un acontecimiento anunciado con doble toque de campana, un toque triste, apagado, rítmico, que anuncia que algo desaparece de tu propia vida. Es entonces cuando recorro mentalmente cada una de las casas de mi barrio, del barrio vecino y de aquel que está mucho más allá. Y mentalmente, recuento la cantidad de personas que fueron parte de mi niñez y que ahora ya no están. Gente que formaban parte de tu vida y cuyas casas ahora se ven cerradas, sin pintar, descuidadas y algunas en abandono.
Sin ir más lejos, hace unos días fallecía "La Antonia" con quien tanto me reía cuando la veía por las calles ejerciendo su "síndrome de Diógenes". Y es que no había contenedor que se resistiera a La Antonia hasta que colocaron unos nuevos modelos enterrados:
-¡No se piense el alcalde que me va a joder a mí la vida! -me decía La Antonia enseñándome un pincho alargado-... ¡mira que pincho me he buscao pa remover el nuevo contenedor! ¡que se joda el Alcalde!
-Pero... Antonia... ¡vete para tu casa que estás muy lejos y no sabrás volver! -le aconsejaba yo.
-Ah! ¡tú no te preocupes, que La Antonia no se pierde! Y eso que no le he dicho ná a mis chicos. Yo... en el momento que se han distraido, ha salio de mi casa con el gancho... y ¡a rebuscar!.
Y efectivamente, rebuscó con tal ímpetu que los que pasaron después por allí la encontraron patas arribas empotrada en la boca del contenedor esperando que alguien la sacara.
Hoy la casa de La Antonia también quedará cerrada, mientras que al desaparecer el personaje, desaparece algo de mí mismo.
¿Será ya esta melancolía un indicio de la llegada del otoño?