Hace unos años, cuando empezaba a trabajar, decidí darme uno de los caprichos más deseados por mi persona durante años. Y era, después de visitar mi amada Roma y la Bella Florencia, largarme un mes de Septiembre a Egipto.
Planifiqué el viaje durante el invierno anterior, viaje que luego tuve que adelantar, pues al enterarse una amiga que me marchaba aprovechó para adherirse a mi billete de avión y venirse conmigo.
Siempre pensé que Egipto es de esos lugares que uno tiene que visitar antes de dejar este mundo y marchar al otro, que a los egipcios de aquel tiempo tanto intrigaba. Y pienso que ha sido el viaje que con más ilusión he realizado en mi vida y donde más he disfrutado por el deseo que guardaba en los bolsillos desde mi niñez.
Ciertamente, que el viaje fue una maravilla. Eso sí, el último día de mi estancia me puse como la niña del exorcista. Malísimo. Y pensé que no podría coger el avión al día siguiente. Haciendo un esfuerzo, vine a España medio muerto y cuando llegué al médico todo demacrado, delgado, sin color y con la moneda funeraria en la boca, éste me dijo que aquello podría ser cualquier cosa: una malaria, la lepra, la difteria, el tifus... o todo junto a la vez. Yo creo que fué una insolación o deshidratación total, porque a las dos semanas ya me encontraba relativamente bien. Pero, aún después de llegar como una momia, el viaje mereció la pena.
Hoy miro al Egipto de los telediarios... y espero que con el panel no recaiga en unas apreciaciones absurdas como Bisbal... pero cada vez que veo esas imágenes, la pena invade mi corazón.
Supongo que estas revueltas eran previsibles. O al menos, a mí me lo fueron. O fue la sensación que tuve cuando bajaba por el Nilo, con todo lujo, en un barco mientras que los egipcios se veían con borricos por las riveras afanando entre la miseria y mirando aquellos barcos tan lujosos. Era el contrapunto perfecto: la opulencia de nuestro mundo occidental con la pobreza de la gente oprimida.
Yo pensé que este mundo es un compendio de desigualdades y que nuestro estilo de vivir no podía seguir así con el contrapunto de esa miseria. O una de dos: o nosotros moderábamos el derroche o ellos algún día cortarían cabezas. Es la lógica de la historia: La opresión lleva a la revolución... y hay revoluciones que están justificadas.
Pero, omitiendo todas las apreciaciones que de esta revolución pueden desprenderse, cada vez que veo el telediario espero oir que al menos los egipcios sean respetuosos con su enorme patrimonio cultural. Un patrimonio de toda la humanidad que no merece la devastación al que está sometido en estos momentos. Porque las revoluciones suelen derivar en destrucción y rapiña... y es triste, tristísimo que esta vorágine arramble sobre todo con vidas humanas y arramble con el futuro de un País que vive del turismo y de la Belleza Inmensa de su patrimonio.
Por eso, me ha resultado tristísimo que grupos de incontrolados hayan penetrado en el Museo Arqueológico y devastado parte del tesoro funerario de TutanKamón. Una verdadera pena.
No sé en qué quedará todo ésto... pero sería milagroso que esta riada revolucionaria no se saldase con la destrucción del eterno patrimonio egipcio, aquel que salió de sus tumbas inmortales para enfrentarse a un futuro incierto.
Ojalá la comunidad internacional sepa enfrentar este gran reto y Egipto pueda convertirse en un País de tranquila democracia y estabilidad política donde millones de personas puedan encontrar la felicidad contemplando esas supremas obras de arte.
Planifiqué el viaje durante el invierno anterior, viaje que luego tuve que adelantar, pues al enterarse una amiga que me marchaba aprovechó para adherirse a mi billete de avión y venirse conmigo.
Siempre pensé que Egipto es de esos lugares que uno tiene que visitar antes de dejar este mundo y marchar al otro, que a los egipcios de aquel tiempo tanto intrigaba. Y pienso que ha sido el viaje que con más ilusión he realizado en mi vida y donde más he disfrutado por el deseo que guardaba en los bolsillos desde mi niñez.
Ciertamente, que el viaje fue una maravilla. Eso sí, el último día de mi estancia me puse como la niña del exorcista. Malísimo. Y pensé que no podría coger el avión al día siguiente. Haciendo un esfuerzo, vine a España medio muerto y cuando llegué al médico todo demacrado, delgado, sin color y con la moneda funeraria en la boca, éste me dijo que aquello podría ser cualquier cosa: una malaria, la lepra, la difteria, el tifus... o todo junto a la vez. Yo creo que fué una insolación o deshidratación total, porque a las dos semanas ya me encontraba relativamente bien. Pero, aún después de llegar como una momia, el viaje mereció la pena.
Hoy miro al Egipto de los telediarios... y espero que con el panel no recaiga en unas apreciaciones absurdas como Bisbal... pero cada vez que veo esas imágenes, la pena invade mi corazón.
Supongo que estas revueltas eran previsibles. O al menos, a mí me lo fueron. O fue la sensación que tuve cuando bajaba por el Nilo, con todo lujo, en un barco mientras que los egipcios se veían con borricos por las riveras afanando entre la miseria y mirando aquellos barcos tan lujosos. Era el contrapunto perfecto: la opulencia de nuestro mundo occidental con la pobreza de la gente oprimida.
Yo pensé que este mundo es un compendio de desigualdades y que nuestro estilo de vivir no podía seguir así con el contrapunto de esa miseria. O una de dos: o nosotros moderábamos el derroche o ellos algún día cortarían cabezas. Es la lógica de la historia: La opresión lleva a la revolución... y hay revoluciones que están justificadas.
Pero, omitiendo todas las apreciaciones que de esta revolución pueden desprenderse, cada vez que veo el telediario espero oir que al menos los egipcios sean respetuosos con su enorme patrimonio cultural. Un patrimonio de toda la humanidad que no merece la devastación al que está sometido en estos momentos. Porque las revoluciones suelen derivar en destrucción y rapiña... y es triste, tristísimo que esta vorágine arramble sobre todo con vidas humanas y arramble con el futuro de un País que vive del turismo y de la Belleza Inmensa de su patrimonio.
Por eso, me ha resultado tristísimo que grupos de incontrolados hayan penetrado en el Museo Arqueológico y devastado parte del tesoro funerario de TutanKamón. Una verdadera pena.
No sé en qué quedará todo ésto... pero sería milagroso que esta riada revolucionaria no se saldase con la destrucción del eterno patrimonio egipcio, aquel que salió de sus tumbas inmortales para enfrentarse a un futuro incierto.
Ojalá la comunidad internacional sepa enfrentar este gran reto y Egipto pueda convertirse en un País de tranquila democracia y estabilidad política donde millones de personas puedan encontrar la felicidad contemplando esas supremas obras de arte.
9 comentarios:
Suscribo cuanto dices pero si el patrimonio se ve dañado habrá que ver donde reaparece, que a río revuelto, ganancia del XXXXX Museum, como siempre ha sido, curiosamente siempre el mismo.
La pérdida sería fundamentalmente para ellos: perderían su principal fuente de ingresos mediante el turismo. Pero, lo reconozco, es una infamia que yo esté hablando aquí de esto mientras haya gente jugándose la vida para no morirse de hambre. Deseemos que la buena gente que sólo quiere vivir en paz y con un mínimo gane esta batalla y todas las demás. Quedan muchas y en muchos sitios.
el problema de todo esto es que no es una revuelta más, sino que está siendo utilizada e incitada por quienes quieren establecer un orden más dictatorial aun, más represor y sobre todo con el objetivo de liquidar occidente. Si, ya se que resulta tremendista y todas esas cosas, pero pasara.
Un beso cielo
Yo también espero que esta revolución les sirva para vivir mejor... y para que su enorme y riquísimo patrimonio quede sano y salvo.
Besos.
jaj Todos los que han ido egipto vuelven contentos, pero todos han pasado una cagalera, eso es fijo y creo que lo cobran ya en el billete...
No sé, cari, ahora parece que todo el mundo esperaba que pasara eso, pero durante demasiado tiempo, occidenet ha mirado para otro lado. Sería tristísimo que sufriera el patrimonio, pq hoy ya es algo que nos pertenece a toda la humanidad, es nuestra historia, en realidad. Y lo que se ve es muy gay, eh, jaja Pero no te perdono que no me pasaras esa vasija plateada, eh... jaja
Lo de Bisbal? pobre, pero le está bien por meterse en camisas de oncer varas, los cantantes deben cantar, no decir chorradas. Creo que ha quedado claro que eso del Twitter es un poco chorrada y solo vale de verdad par los que tienen algo que decir.
Bezos.
jajaajjaa cari me encanta esta entrada eske estos egipcios siempre tan morbosos verdad jajaja
besos
Lo que le pasa al islám y que es lo que por fin parecen estar haciendo ahora, -como dice mi novio-, es lo que el cristianismo tuvo que hacer siglos atrás, pasar por la Ilustración, liberarse de las teocracías y empezar a separa estado y fe, y hacer del hombre el centro de todas las cosas, así se posibilitó la democracia y reyes y obispos empezaron a perder su poder sobre un pueblo ignorante... Esta es la Ilustración, por fin, que tanto necesitaba el mundo islámico.
jejeje tengo una explicacion cientifica para lo que te paso, pero mejor me la guardo.
Egipto, bueno esta convulso! señal de que esta vivo! (aun!) espero las cosas se mejoren!
A mi me hace ilusión ir a Roma a Grecia, Estambul y Egipto.
Una pena lo sucedido pero esa es la historia del mundo.
Tengo entendido que la Copa Warren es de la cultura romana, muy emblemática por cierto. Interesante entrada.
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