Todavía recuerdo frecuentemente a mi Carlos. Hay muchos Carlos, y casi todos hemos tenido uno. Pero mi Carlos era adorable. Por medio de él descubría yo el mundo de la homosexualidad.
Recuerdo el día que lo ví. Fue uno de esos primeros días en el internado. Mi Carlos estaba a la entrada de clase con sus zapatillas blancas, su peinado ondulado y sus pantalones LEVIS 501.
Con Carlos descubría yo la esencia de unos Levis tales, porque hasta el momento yo me conformaba con una vaqueros normales.
Pero para Carlos, los Levis 501 eran indispensables. Y si estaban rotos, mejor que mejor. Así es que, ahí estaba él con sus modelitos y sus camisas estampadas luciendo sus Levis con ranuras por la rodillas. Era tremendo.
Con Carlos descubría yo un mundo más liberal y más abierto. Dentro de los muros de aquel edificio, Carlos suponía para mí un aire fresco y modernizado.
Defensor de las causas perdidas, de los gays si hacía falta y de la vida desenfrenada y liberada, charlar con Carlos era subir a otra escala de la realidad.
Le encantaba dibujar y ya en sus dibujos alcanzaba yo a encontrar gustos diferentes y extraños. Sus desnudos eran increibles.
Recuerdo aquel día en que, dedicado al estudio de un desnudo femenino y cuando no alcanzaba a encontrar los colores apropiados para aquellas bellas nalgas, pronunciaba en voz alta en medio de la clase:
-¡Necesito una mujer!
Todos reían, porque precisamente lo que Carlos necesitaba era otra cosa distinta.
Hoy cada vez que aparece un dibujo como los expuestos, me acuerdo de mi amigo Carlos. Lo último que supe de su persona es que, para escándolo mundial en aquel pequeño pueblo de donde procedía, puso en su vida un maromo semejante a aquellos de sus dibujos. Y tuvo el descaro de pasearlo por todas las calles para envidia de todas las rubicundas y lozanas mozas. Creo que las campanas redoblaban sólas ante semejante escándalo y las beatas salieron por las calles arrojando agua bendita para descontaminar el pueblo de tanta desvergüenza. El cura tuvo que organizar unas rogativas en desagravio a una conducta tan libertaria mientras que las solteronas procesionales observaban su hisopo recordando el paquetón del novio de Carlos.
La Cofradía principal tuvo que cantar unas novenas a la Patrona para reparar todo el daño que Carlos le había hecho por haber adornado la carroza procesional durante años con bellos manojos florales y Mi Carlos y su Maromo -¡qué maromo, dios Santo, qué maromo!- tuvieron que emigrar a Madrid para vivir en un definitivo cielo.
Amigo Carlos, allá por donde te encuentres.... ¡que lo disfrutes!
7 comentarios:
¡Carlos sí que sabía! ¿Y no conservas ningún dibujo?
LAS DOS ULTIMAS FOTOS NI AL CASO CHIQUITO, NO VAN CON EL ESCRITO LA VERDAD, DEJALO SIN ELLAS ANTES DE QUE ALGUIEN MÁS VENGA A COMENTAR JAJAJAJ Y ES QUE LA ANECDOTA ES MUY BUENA, ME ENAMORE DE CARLOS
BESOS
Hola !
y gracias por pasarte por mi blog, de verdad que lo aprecio.
Me encanta como escribiste este post, escribes excelente.
y si, seria interesante ver algun dibujo de carlos.
Te mando saludos desde mexico, en medio de un cercano via crucis. xD
D.
Siempre hay algún amigo que marca...
... que marca paquete (apostilla al comentario de Hisae, jajaa).
Cari, pues dile a Carlos que a ver si ha guardado los levis501 rotos que ahora se vuelven a llevar y están al a última. En eso coincide conmigo... No hay nada que mas me guste que mis viejos levis gastados y rotos en las rodillas, una simple camiseta blanca cortita y unas zapas....
Bueno, lo que no me queda claro es como supiste por Carlos que eras gay, dónde dices que te lo hacia? los dibujos, claro, jajajaa
Bezos
Jejeje... me he imaginado a la gente de su pueblo santuguándose a su paso, jajaja... nada como escandalizar a mentes estrechas...
Yo también tuve mi Carlos hermoso ojo verde
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