viernes, 4 de febrero de 2011

La Paca.

Mi vecina Paca me recuerda a "La Chata"... Y es que, su parecido físico es increible. Y cada vez que la veo, parece que imagino a este personaje principesco desfilar por mi calle... ahora con garrota y bolso en mano de la más alta calidad mediterránea.

Y es que mi vecina Paca está disfrutando estos días con la crisis financiera viendo cómo es previsible el derrumbamiento del euro y la vuelta de su añorada Peseta, aquelle moneda con la que su paga mensual daba de sí tanto como para ir cuatro veces al mes al mercadillo y venir con el bolso lleno. Y es que ahora, según me dice ella, con "este puto dinero" no me da "pa comprar ná de ná"... "¡Vaya puto dinero!" dice... "Al que haya inventao este puto dinero le tenía que dar una cagueta que cuanto más corriera, más cagara y si parara reventara"... es la eterna meditación de mi vecina Paca, que cuando ve salir a la Merkel en televisión defendiendo la moneda europea se pone amarilla porque ve que esa vieja está jodiéndonos a todos con su empeño de no dejar caer al "puto dinero" -o sea, al euro-

-¡Hostía tú!... ¡ven pacá! -me dijo un día- ¡Ay que susto copón! ¡Ay que susto con este puto dinero! ¡esto me va a llevar a mí a la tumba!
-¿Qué te pasa, Paca? -le dije yo.
-¿Que que me pasa? ¡Copón! el tío del banco que ma dao un susto mortal. Y es que he ido esta mañana al banco y cuando he vuelto a mi casa, he visto: 6.000. ¡Ay copón! ¡Pero hostia! ¿cómo he gastao yo un millón de pesatas en un mes y cómo es posible que me queden seis mil pesetas! ¡Imposible!
Así es que... he cogio mi garrota y me ido pal banco. Y ¡mia tú! el tío del banco má dicho:
¡Señora! No se preocupe usté... que es que ahora ya ponemos el dinero en la cartilla sólo en euros y ya no lo ponemos en pesetas.
-¡Ay copón que susto má dao usté! ¡Mire, mire! A mí déjeme de historias y del "puto dinero". A mí, póngame el dinero en Cristiano y no me lo ponga en Romano... así es que... escriba, escriba ahí: La Paca tiene un millón de pesetas.
-Pero Señora... eso ya no es posible. La maquinita de las cartillas ya sólo ponen la cifra en euros.
-¡Copón!... pos me lo pone a lápiz usté ahí abajo.

Así es que, así venía La Paca con cartilla en mano desde el banco. Con su dinero reseñado en euros y en pesetas -a lápiz-. No hubo manera de disuadirla de su batalla contra el euro.

Hoy, que Merkel sale en los telediarios, mi vecina Paca está medio enferma. Porque ve que sus esperanzas de tumbar el puto dinero se le van de las manos. Ella que estaba ilusionada con la caida de la moneda para poder volver así al mercadillo con billetes frescos, resulta que ve desfilar los días sin que las Pesetas resuciten de nuevo.
Y todo... todos sus males, es por culpa de esa Alemana maldita que encima viene a quitarle la idea de la Peseta a Zapatero.
¡Una verdadera vergüenza!

jueves, 3 de febrero de 2011

El Egipto que conocí.






Hace unos años, cuando empezaba a trabajar, decidí darme uno de los caprichos más deseados por mi persona durante años. Y era, después de visitar mi amada Roma y la Bella Florencia, largarme un mes de Septiembre a Egipto.
Planifiqué el viaje durante el invierno anterior, viaje que luego tuve que adelantar, pues al enterarse una amiga que me marchaba aprovechó para adherirse a mi billete de avión y venirse conmigo.
Siempre pensé que Egipto es de esos lugares que uno tiene que visitar antes de dejar este mundo y marchar al otro, que a los egipcios de aquel tiempo tanto intrigaba. Y pienso que ha sido el viaje que con más ilusión he realizado en mi vida y donde más he disfrutado por el deseo que guardaba en los bolsillos desde mi niñez.
Ciertamente, que el viaje fue una maravilla. Eso sí, el último día de mi estancia me puse como la niña del exorcista. Malísimo. Y pensé que no podría coger el avión al día siguiente. Haciendo un esfuerzo, vine a España medio muerto y cuando llegué al médico todo demacrado, delgado, sin color y con la moneda funeraria en la boca, éste me dijo que aquello podría ser cualquier cosa: una malaria, la lepra, la difteria, el tifus... o todo junto a la vez. Yo creo que fué una insolación o deshidratación total, porque a las dos semanas ya me encontraba relativamente bien. Pero, aún después de llegar como una momia, el viaje mereció la pena.
Hoy miro al Egipto de los telediarios... y espero que con el panel no recaiga en unas apreciaciones absurdas como Bisbal... pero cada vez que veo esas imágenes, la pena invade mi corazón.
Supongo que estas revueltas eran previsibles. O al menos, a mí me lo fueron. O fue la sensación que tuve cuando bajaba por el Nilo, con todo lujo, en un barco mientras que los egipcios se veían con borricos por las riveras afanando entre la miseria y mirando aquellos barcos tan lujosos. Era el contrapunto perfecto: la opulencia de nuestro mundo occidental con la pobreza de la gente oprimida.
Yo pensé que este mundo es un compendio de desigualdades y que nuestro estilo de vivir no podía seguir así con el contrapunto de esa miseria. O una de dos: o nosotros moderábamos el derroche o ellos algún día cortarían cabezas. Es la lógica de la historia: La opresión lleva a la revolución... y hay revoluciones que están justificadas.
Pero, omitiendo todas las apreciaciones que de esta revolución pueden desprenderse, cada vez que veo el telediario espero oir que al menos los egipcios sean respetuosos con su enorme patrimonio cultural. Un patrimonio de toda la humanidad que no merece la devastación al que está sometido en estos momentos. Porque las revoluciones suelen derivar en destrucción y rapiña... y es triste, tristísimo que esta vorágine arramble sobre todo con vidas humanas y arramble con el futuro de un País que vive del turismo y de la Belleza Inmensa de su patrimonio.
Por eso, me ha resultado tristísimo que grupos de incontrolados hayan penetrado en el Museo Arqueológico y devastado parte del tesoro funerario de TutanKamón. Una verdadera pena.
No sé en qué quedará todo ésto... pero sería milagroso que esta riada revolucionaria no se saldase con la destrucción del eterno patrimonio egipcio, aquel que salió de sus tumbas inmortales para enfrentarse a un futuro incierto.
Ojalá la comunidad internacional sepa enfrentar este gran reto y Egipto pueda convertirse en un País de tranquila democracia y estabilidad política donde millones de personas puedan encontrar la felicidad contemplando esas supremas obras de arte.